En Colombia sigue existiendo un estigma contra la marihuana o cannabis (como también se conoce) y los productos con sus derivados. El país ignora los beneficios terapéuticos del CBD (Componente no psicoactivo del cannabis) y todavía no se ha definido una legislación sobre los porcentajes precisos para tratar condiciones especificas por lo que en el país solo esta permitida su comercialización y venta con fines “cosméticos”.
Por ende, la legislación actual no permite una comercialización abierta de productos y como consecuencia la industria del “cannabis medicinal” no existe; excepto a lo concerniente a los productos cosméticos con CBD; en el país conseguir un producto medicinal derivado del cannabis no es fácil. Con la ley 1787 de 2016 se han entregado licencia tanto para producción como para fabricación; sin embargo, ni el gobierno ni las empresas tienen una regulación clara al 100% y los pacientes siguen esperando llenos muchos de incertidumbre y esperanza.
Países como EE. UU. y Canadá ya han tomado la delantera en la comercialización de productos. Allí ya se comercializan productos como aceites, extractos, pomadas, cremas, maquillaje, energizantes, comidas para perro, té, edulcorantes … Colombia esta a portas de perder la oportunidad de participar en este mercado si no pone el acelerador a la legislación; más si tenemos en cuenta que países como Brasil, Perú y México vienen avanzando a pasos agigantados en sus legislaciones internas.
Pero este sector no solo puede ser sinónimo de desarrollo económico y de nuevas oportunidades, básicamente es una oportunidad para sectores como el académico y para los profesionales de la salud. Dicha oportunidad implica la ruptura de paradigmas, en la que los médicos en vez de prescribir medicamentos dan al paciente alternativas para manejo de dolencias con extractos y compuestos a base de cannabis.